La firma es única, inigualable, personal. Ni siquiera los gemelos tienen las firmas idénticas, es como la singularidad de las pupilas, la huella digital o el ADN.
Aunque a primera vista una firma pueda ser copiada o imitada, para el experto no hay dudas. Luego de un análisis donde se mide, se compara y se analiza detalladamente cada gesto del autor. Parte de la unicidad de la firma es que, si es 100% igual a otra del mismo autor, es falsa, porque nadie firma dos veces de la misma manera.
Sin embargo, al escribir cada persona va dejando parte de su propia personalidad y son los pequeñisimos detalles que hacen la impronta personal del individuo los que pasan inadvertidos para el imitador.
La firma grande en comparación al texto, habla de una persona extrovertida, magnética, hablador e impulsivo. Mientras la firma a la izquierda del nos revela a una persona más bien introvertida, no muy aficionado a los cambios y apegado al pasado.
Hay personas que firman y envuelven su nombre, pues eso significa que la persona prefiere estar aislada, desconfía, se protege y se presenta más bien escéptica.
Cuando una firma tiene muchas rayas cruzadas formando marañas, es la que los Grafoanalistas descartamos en una selección de personal, pues corresponde a individuos que traen conflictos, muestran confusiones y suelen anularse a sí mismos.
Estas son sólo algunas de las muchas particularidades de una firma, no obstante, si uno no se siente a gusto con su firma, es el momento de cambiarla y en lo posible, hay que hacerse asesorar por alguien que sepa del tema para lograr una firma que refleje a una persona feliz.
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